Mariátegui, un marxismo latinoamericano

sipan

Por: Marco Sipán Torres

Marx escribió más del 80% de su obra refiriéndose a la economía. Él nombró a su propuesta: “Critica a la Economía Política” el método descubierto por él podría entenderse de dos modos, un primer aspecto lógico: Premisa, premisa: conclusión y un segundo aspecto histórico: por deducción: desde lo abstracto a lo concreto. En palabras de Marx “con este método el desenvolvimiento lógico no se ve obligado, ni mucho menos, a moverse en el reino de lo puramente abstracto. Por el contrario, necesita ilustrarse con ejemplos históricos, mantenerse en contacto constante con la realidad”.

Los herederos de Marx han hecho lo posible por desarrollar muchas de sus reflexiones a la luz de nuevas circunstancias, su colaborador y amigo más cercano Federico Engels es quien plantea el materialismo dialéctico y materialismo histórico, otros como Plejanov fundador del socialismo Ruso, Kaustky fundador de la social democracia alemana, Franz Merhing su biógrafo más importante y Labriola el traductor de su obra al italiano han sido sus herederos indirectos.

Para desarrollar el marxismo latinoamericano tenemos que dar una mirada a lo que podemos llamar “marxismos” que en un atrevimiento académico podemos relacionarlos a espacios geográficos o también geopolíticos.

El marxismo soviético se desarrolla en un contexto de caos social y des-legitimación  del régimen Zarista mucho más con la I Guerra Mundial. El traductor al ruso de los textos de Marx es Plejanov quien escribe varios textos entre ellos el “materialismo militante” el primer manual, sus reflexiones marcan potentemente las miradas de muchos dirigentes de la revolución rusa. Sin embargo existe un avance importante del marxismo diferente al de Plejanov a través de Lenin que desarrolló una teoría económica, una teoría política y una teoría organizativa con la dialéctica como instrumento metodológico,  su obra fue editada en 54 tomos. Luego podemos decir que existe un segundo momento con Trosky y su propuesta de la revolución permanente, Bujarin y su teoría del materialismo histórico, Stalin con la delimitación del marxismo-leninismo como doctrina y luego la  época de los manuales, donde el marxismo como teoría pierde su  capacidad movilizadora y creativa.

El marxismo occidental se desarrolla en un contexto de contundente hegemonía capitalista las organizaciones políticas de los obreros participaban en el parlamento y habían entrado dentro de la dinámica del capitalismo y el régimen burgués. Sin embargo es admirable el desarrollo de una reflexión marxista con Rosa Luxembrugo, Gorgy Lukcas, Karl Korsch y Antonio Gramsci una característica de este momento es que todos estos autores son actores de procesos revolucionarios y militantes de organizaciones políticas, que los diferencia de los autores marxistas posteriores. En segundo momento encontramos cuatro corrientes: la primera la Teoría Critica de Escuela de Frankfurt, la segunda el Marxismo Estructuralista de Althusser, la tercera Marxismo Existencial de Sartre y una cuarta, la de los historiadores ingleses todos ellas con importante aportes.

El marxismo asiático se da en el contexto de guerras de liberación nacional, en la China de Mao Zedong se integra la filosofía confusionista al marxismo. En Vietnam,  Ho Chi Minh propone un partido de la patria no solo de los proletarios, en Corea del Norte Kim Il Sung presenta la idea Juche, en el presente momento el PC Chino ha desarrollado la propuesta del   “Socialismo con mercado” y el PC Vietnamita el “Socialismo constitucional” como desarrollo teórico.

El inicio del marxismo latinoamericano tiene varios referentes entre ellos el médico argentino José Ingenieros con su obra un “Hombre Mediocre”, el político chileno Luis Emilio Recabarren, el cubano Julio Antonio Mella, el salvadoreño Agustín Farabundo Martí, el revolucionario nicaragüense Augusto Cesar Sandino y el gran Amauta J. Carlos Mariategui quien es el pensador con mayor desarrollo. En todos estos autores existe una concepción intrínsecamente integracionista y afirman la visión de América Latina como la patria grande. Tienen presente también en sus reflexiones el periodo de la  conquista española y la acumulación capitalista del imperialismo norteamericano en América latina.

El marxismo y el leninismo en Mariátegui, no encaja en la atadura doctrinarista que los soviéticos darían años después.  El Amauta es fiel al marxismo pues su reflexión siempre es una crítica certera a la economía política capitalista.  En sus reflexiones se interroga ¿por qué el sistema capitalista entra en crisis? ¿Por qué el capitalismo puede y debe ser superado? Así como su aguda interpretación de lucha de clases en la historia del país, y también en todos los campos sociales y en especial en la cultura. Es perspicaz en reconocer el lugar de la violencia en la historia y el derecho de la violencia revolucionaria. Su interés teórico-político tiene un horizonte comunista donde la idea de la lucha de clases debe y tiene que ser superada. Es importante aquí resaltar las conferencias sobre la crisis mundial que expone a los obreros en la universidad popular.

En el texto “Ideología y Política” podemos ver su teoría política revolucionaria, tácticas con perspectivas estratégicas. Y en cuanto a la fundación del partido es la expresión más clara de su entendimiento dialectico donde se integran la conciencia de clase y organización revolucionaria. Entiende al partido como élite o vanguardia del proletariado que lo dirige hacia la toma del poder. Con una clara ampliación en la categoría de proletariado que le permitirá una mejor comprensión el sector dominado.

El contexto y los sucesos políticos de la época de Mariátegui juegan un papel importante en su formación y su reflexión sobre el país. A nivel nacional: la situación de la posguerra con Chile y el debate sobre la derrota que se desarrolló; así como el primer proceso de industrialización en Lima, el indigenismo, las luchas del movimiento obrero anarquista, la lucha universitaria por la reforma. A nivel internacional: la Primera Guerra Mundial, la revolución bolchevique en Rusia y el ascenso del fascismo, que conocerá de cerca en su estadía por Europa.

Para Mariátegui es el hecho social el fundamento de la concepción materialista de la historia, y lo concreto está situado en lo geográfico y en lo temporal  es así como llega a interpretar la situación real y desde ahí plantea la definición de cada evento, no de la conceptualización al hecho social, sino viceversa. Cuando el concepto no refleja la realidad se sumerge a elaboración de una categoría que le corresponda, es hábil en relacionar las categorías y redefinirlas o ampliar cuando la realidad lo necesita. Las características de los hechos o fenómenos son la base para el desarrollo de las definiciones de las categorías. En la obra de Mariátegui queda claro que los procesos históricos son diversos y concretos, que se integran a un todo como estructura, con sus propias lógicas  con sus dinámicas en movimiento, para dar una lógica en conjunto.  La historia no tiene una finalidad, es el hombre como civilización que le da esa finalidad a la historia.

Tiene claro que las categorías son como herramientas, nunca lidió con el culto a ellas, situación que fue llamada por José Arico la vulgata materialista a la que muchos cayeron en América Latina. Las categorías son creadas por los hombres para dar cuenta de determinados hechos o fenómenos. La realidad social es abstraída por los intelectuales que utilizan las categorías, las interrelacionan y las proyectan. Con lo cual presentan diagnósticos y tendencias sobre la realidad social. Las categorías son marxista no porque Marx las pronuncia sino porque responde a la realidad en cuanto sus definiciones son históricas, materialistas y contienen un horizonte comunista

La creación teórica como deber es una de las grandes enseñanzas de José Carlos, nos enseña una actitud de producir, de mostrar sentidos nuevos, inclusive insólitos. No se trata tanto de significados específicos, ideas, propuestas o visiones, sino en la manera de mirar, de percibir, del modo de urdir una relación con el mundo. Se requiere asumir una empresa civilizatoria, una redención histórica: una teoría integral que dé cuenta históricamente de nuestra cultura, de nuestras formas de producir, nuestras relaciones sociales y de trabajo, así como las cuestiones género, lo étnico,  lo ambiental; tanto míticas y de racionalidad.

Los experimentos revolucionarios dirigidos teóricamente desde interpretaciones europeas o asiáticas han demostrado sus fracasos, el tiempo va depurando estas diferentes tendencias y la propuesta mariateguiana va quedando como matriz alternativa de investigación y revolución de la sociedad para América latina.

Reconocer que tenemos que descolonizar el pensamiento crítico, para hacer un pensamiento crítico nuestro, dialogando con los diferentes pensamientos críticos de cada cultura,  es un primer paso.

Cuando José Carlos interpreta el carácter de la sociedad peruana, entiende al país, como una formación económica social en construcción, las relaciones de producción expuestas por Marx coexisten con dinámicas diferentes a las europeas pero presentes al fin en nuestra realidad. La comunidad campesina  con una matiz de comunismo primitivo, la explotación del caucho con relaciones de esclavización, las relaciones de servidumbre en las haciendas y un capitalismo emergente en con las empresas comerciales, industriales y de extracción de minerales, así como la Banca y las finanzas, todo integrado a través de un estado dirigido por una oligarquía burguesa que hacia pasar sus intereses como intereses de la patria.

Los fundamentos del socialismo para Mariátegui son 1) la socialización de la producción, es decir el desarrollo de nuevas relaciones de trabajo dentro de la producción y de nuevas relaciones de distribución de los recursos generados por la producción, relaciones que sustenten materialmente el nuevo orden social.  Estas nuevas relaciones son nuevas para el capitalismo pero son también algunas formas de producción colectivista que devenidas de una orden social anterior persisten y resisten el orden actual de explotación.  2) una nueva estructura de poder, que sea la naturaleza de la organización política del nuevo estado donde tenga como base a la comunidad indígena socialista, y hay que entender esta en tanto relaciones de cooperación y reciprocidad se han el componente fundante de la producción, por tanto base del poder. Estas relaciones de cooperación y reciprocidad para la época de Mariátegui también se encontraban en los gremios y sindicatos, y procedían de una racionalidad diferente al capitalismo, la comunidad indígena. No era retroceder a la época pre-colonial como quisieron acusar sus críticos, sino que la conformación de organizaciones sociales comunales de producción se constituyan en la base de un nuevo estado, estas comunidades de producción deberían estar regidas por relaciones de cooperación y reciprocidad y eso era real porque los indígenas devenían de una forma anterior similar y que al ser mayoría de la población peruana podrían materializar estas nuevas organizaciones comunales para poder desarrollar la producción socializándola a la vez que el poder del nuevo estado se socializaba en estas.

La idea de sujeto social revolucionario para Mariátegui es la de un sujeto colectivo y diverso. En el problema del indio, expresa que a la mayoría de peruanos le interesa más la cuestión agraria, que el principio de autoridad, soberanía popular, sufragio universal, y demás diálogos liberales y conservadores. Aparece ahí el campesinado. También en el pronombre “nosotros” tan repetitivo y la auto ubicación en la nueva generación, expresa a una vanguardia intelectual que debe estar organizada. En el debate con el APRA sobre el partido de la clase y además de los planteamientos en el Programa de la fundación del partido expresa el carácter socialista de la revolución. Es decir el sujeto como un bloque histórico de  oprimidos al estilo gramsciano.

La obra del Amauta es cuestionadora de la racionalidad occidental y su reflexión es el germen de una racionalidad diferente donde el logos y el mito son un solo proceso, esta nueva racionalidad es una intersubjetividad activa latinoamericana, como especificidad histórica, rasgo cultural original y que impregna el arte, la narración, la poesía e imaginario cotidiano de los dominados. Una la racionalidad de la solidaridad muy diferente a la racionalidad instrumental occidental. La idea de moral de productores ajena a la  filantropía cristiana, nos expresa que la revolución socialista es el mito de los trabajadores, y que la realización del socialismo es proyecto que ennoblece y desarrolla las capacidades del ser humano.

El auto-didáctico José Carlos Mariátegui nos enseña con su vida la moral de productores  de la que tanto hablo, su obra heroica fue y es ejemplo para los obreros y revolucionarios. La constitución, edición y publicación de la revista Amauta. El asesoramiento para la constitución de la Federación de Yanaconas y diferentes gremios entre ellos el de los periodistas y el de los universitarios, igualmente para la fundación de la Central de trabajadores, la fundación del Partido. Las conferencias de la universidad popular. La creación de la editorial Minerva. Y el constante debate con las diferentes generaciones de intelectuales de la época. Sus 35 años es la comprobación de una vida épica.

Conjuntamente a luchas sociales han surgido debates intelectuales y movimientos culturales en Nuestra América cualquier intento por conocernos a nosotros mismos a través del marxismo y más allá de él debe interpretar y recoger las experiencias de las resistencias contra la dominación europea, el valor de Tupac Amaru II,  la revoluciones por la independencia, la revolución mexicana, la revolución cubana, la revolución sandinista, la experiencia chilena con Allende, rl boom latinoamericano, la teología de la liberación, la teoría de la dependencia, la rebelión de los zapatistas, la revolución bolivariana de Venezuela, la revolución plurinacional de Bolivia, la revolución ciudadana del Ecuador y el debate intelectual sobre la colonialidad del poder. Una historia social diferente requiere de un marxismo diferente, un marxismo latinoamericano.

Entendernos mariateguistas también nos formula  ¿Que pensar-hacer?: construir la historia del Perú desde la lucha popular. Desmoronar la dominación en las relaciones de trabajo,  de género, de etnia y de sentido común que nos ha impuesto el sistema. Un programa político para la liberación de los pueblos del Perú. Las renovaciones de los partidos asumidos como mariateguistas. La unidad interna y externa en el frente único y el desarrollo integral de las organizaciones sociales-populares y debemos luchar por una hegemonía otra.

Quiero concluir con un fragmento: “La burguesía se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribí en un artículo sobre Gandhi, es una emoción religiosa”. José Carlos Mariátegui 16 de Enero de 1925.

“Ponencia Casa Museo Mariategui 07 de mayo 2015”